domingo, 29 de junio de 2008

¡De visitas!

Hoy el día ha empezado bruscamente cuando he recibido una llamada en mi habitación a las 9:30. Eran mis compañeros de grupo, que me estaban esperando abajo desde hacía 15 minutos... y entonces me he dado cuenta: ¡me he quedado dormido! Vaya forma de empezar. Bueno, al menos he dormido casi 11 horas de tirón, que falta me hacían.


Así que nada, he tenido que prescindir de la primera visita (la menos importante de todas las del día, menos mal). Y teníamos el día libre, no pasaba nada por faltar a algo (mañana no puede pasar eso, ya toca trabajar).


He desayunado tranquilamente de las cosas que compré ayer en el Seven Eleven (por cierto, la leche es un poco más cara que en España, porque no es algo que acostumbren a tomar). El litro de las baratas cuestan más de 200 yenes.


Después de eso, he ido a tomar el autobús que me llevaría al Kinkaku-ji, o templo dorado, uno de los más turísticos de Kyoto. Había quedado con los amigos a las 11 en su entrada, pero he sufrido una novatada al equivocarme de parada. En el mapa de las líneas de autobús ponía que el bus de interés se detenía en la parada de Shijo Omiya (al lado del hotel), ¡pero es que había dos paradas diferentes con el mismo nombre! Una casi delante del hotel y otra 50 metros más lejos, en el mismo sentido que la primera. Un buen chasco me he llevado viendo cómo pasaba de mí el autobús. El siguiente llegaba en 10 minutos, así que en vez de ir a la otra, he decidido andar un poco hasta la siguiente parada, y ver un poco los alrededores del hotel. Sorprende la cantidad de bicis que se ven, todas de paseo. Esto da para una entrada entera, que ya dedicaré un día de estos. En cuanto al tiempo, otra vez lluvia y bochorno. A su lado los días cálidos y cargados de humedad en San Sebastián son de risa.

En el autobús he grabado un vídeo sólo apto para muy frikis. Sólo se ve un poco la calle y la gente del autobús, y se oyen las voces del conductor y voces pregrabadas: un hombre que dice una y otra vez "tobira ga shimarimasu", que se oye cada vez que se va a cerrar la puerta, una chica que dice que dejemos espacio a los que van a subir, y otra chica que nos dice cuál es la siguiente parada. Entretanto, el conductor (que lleva un micrófono) dice cosas que por ahora no entiendo, salvo los agradecimientos a los pasajeros que se bajan. Pues eso, dos minutos de vídeo de mala calidad sólo para frikis.


Justo antes de la parada, veo que los amigos pasan delante del autobús, así que bajo enseguida y les alcanzo a la carrera. Ellos también se habían retrasado, y hemos llegado a la vez a las 11:30 para ver el Kinkaku-ji.

La entrada del templo es muy exhuberante en vegetación, pero ya adelanto que toda la zona del templo es exageradamente verde. Normal, con esa humedad... no había hierba, todo el suelo de los jardines era un tapiz de musgo. Por cierto, la entrada cuesta 300 yenes, y es muy curiosa:



En la siguiente imagen se ve un poco cómo es la zona principal: un estanque (con un montón de carpas asomándose a la superficie) que rodea al templo:



A partir de aquí empezaba el recorrido de tiendas. ¡Lo tienen muy bien montado! Había tres, cada una más cara que la anterior, para ver hasta dónde se estiran los turistas... todo rodeado de más y más vegetación. Y sigue lloviendo, pero hacen más de 25ºC.

Lo más llamativo es que junto a la tercera tienda había una casa de té, donde unas chicas muy amables te servían el té de la manera tradicional. Por 500 yenes, entrabas en la casa, dejabas tu calzado en la entrada y te sentabas en la zona de moqueta a esperar que te sirvieran un té verde intenso con un bizcochito dulce. Aquí he de comentar que he tenido un problema con la cámara y no se me han guardado las fotos, pero no os preocupéis que entre los amigos ha quedado claro eso de que "tus fotos son mis fotos". Las pido mañana y os cuelgo alguna de la casa del té, que merecen la pena. Nos hemos quedado un buen rato allí, pues la casa estaba abierta a uno de los jardines y se estaba muy a gusto. Además, llovía más fuerte (la inversión del paraguas de ayer está amortizadísima).

Al salir hemos ido a comer a un restaurante muy cerca de la entrada al templo. Uno de tantos negocios familiares que se pueden ver por aquí. Abajo era una tienda de souvenirs, y arriba estaba el restaurante.

Hemos comido frente a la ventana, con amiguete muy especial:



Movía su cabeza a uno y otro lado, muy gracioso ¡y se movía con energía solar! Tengo el vídeo, dura sólo 10 segundos pero es la mar de curioso:



La comida por mi parte ha sido sopa de miso y una tempura de gambas en una sopa con tallarines muy gruesos. Ha estado muy bien. El agua, como en todas partes, te la sirves tú mismo. Te levantas de tu mesa con tu vaso y echas de la jarra que hay en alguna parte. Gratis, no como allí.



Después de comer nos hemos perdido por callejuelas antes de ir al siguiente templo. Son todo casas bajas, y hay un silencio que sorprende, apenas se oye el tráfico. Todo da sensación de ser un caos ordenado (parece contradictorio, pero es así como lo ha definido Mariana, y estoy de acuerdo). Hay montones de calles así en Kyoto, tanto cerca del centro como lejos. Nosotros estábamos lejos, y aquí hay casas más que tiendas. En las zonas centrales hay más tiendas y menos viviendas.



El segundo templo que hemos visitado ha sido el Ryoan-ji. Ahí está el famoso "jardín de piedras", que evoca un minimalismo filosófico:



Personalmente, me ha gustado más lo que había a la vuelta de la esquina:



El suelo era de un musgo cuidadísimo, daban ganas de pisarlo (andábamos descalzos aquí otra vez). Y es que de hecho, ¡se dedicaban a ponerlo bonito! Les he cazado arreglándolo:



Después de salir del templo, nos hemos acercado a una zona en la que había muchísimos templos, no sin antes perdernos por más callejuelas:



Volviendo al tema de los templos: era como si los hubieran apiñado ahí a posta, para que no estuvieran esparcidos. No había que pagar entrada, y parece que la gente lo usaba a menudo como lugar de paso, pues apenas había turistas.



Después de aquí hemos merendado lo que hemos podido: intentamos entrar a una cafetería, pero por la zona no abundaban: en un sitio que ponía claramente café no nos han dejado entrar (la dependienta decía que estaba cerrado), y en otro sitio daban más bien comidas. Al final hemos entrado en un supermercado para pillar alguna tontería. El bollo con virutas de chocolate que he pillado estaba buenísimo, pero el té era horrible. Sabía a algo raro, se parecía más a café que a té por sabor, pero el color era de té. En fin, no me ha gustado.

De camino a una parada de autobús hemos visto muchas cosas: una librería con tomos manga a 105 yenes, una plantación de arroz en medio de la ciudad y muchos, muchos establecimientos de tragaperras y demás cosas. Abundan los "Pachinko", que son como salas grandes de máquinas tragaperras. Hay montones en Kyoto, y están llenas de ludópatas. Además, ponen la música altísima. Cosas de este país.

Finalmente, hemos encontrado una parada de autobús para volver al hotel. Nos hemos montado, pero pronto nos hemos dado cuenta de que íbamos en dirección contraria, así que nos hemos bajado y hemos tomado otro bus. En el hotel hemos recuperado a Leyre (que se había descolgado antes de entrar a la zona de templos apelotonados, que estaba cansada) y hemos ido a cenar a un sitio cercano en una de esas callejuelas estrechas:



Y ahora ya estoy en el hotel, con ganas de descansar, que mañana empiezan las clases. Aunque lo primero es la prueba de nivel, ¡a ver qué tal se me da!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡Hi de nuevo!!

Ya veo que hasta pescado tienes que comer...Si de esta no te salen las erupciones cutáneas más grandes de la historia, es que ya estás inmunizado contra los frutos del mar.

¿Qué es ese ruido? ¡¡Vaya!! Parece que España ha metido gol.

Agur
Chema

Xabier Cortes dijo...

Jeje, lo del pescado es algo superado desde hace un tiempo, tranquilo.

¡Vaya! Había olvidado lo de la Eurocopa. Parece que a Cuatro le ha salido bien la inversión.

Ahora estarán otro mes diciendo "pudimos" o algo así.