sábado, 28 de junio de 2008

¡Ya estamos, primer día!

¡Bueeeeeeno! Después de no dormir en mi casa el día anterior con eso del nerviosismo, y con eso de que apenas he podido dormir en el avión, estoy más que reventado. Aunque la verdad es que en el viaje nos han tratado de maravilla: pelis, documentales, videoclips, información sobre dónde estás, buena comida y buen servicio.

A pesar de estar cansado, el día ha dado muuuucho de sí. Nada más recuperar nuestras maletas hemos ido a aduanas y esas cosas para decir que somos chicos buenos y que no haremos nada malo.

Nada más salir de ahí ya estaban esperándonos los de la Universidad de Kyoto: un par de adultos y luego gente de nuestra edad. Nos hemos metido todos en un autobús para irnos a Kyoto (recordar que aterrizamos en Osaka, a 90 minutos en bus). La verdad que quienes decían que el ambiente era caluroso y húmedo no andaban desencaminados: nublado, pero con mucho bochorno y humedad. ¡Menos mal que el bus tenía aire acondicionado! Durante el trayecto, uno de los que se supone que es un gerente del tema del intercambio nos ha estado explicando tooooodas y cada una de las condiciones del programa, en japonés por supuesto. ¡Menos mal que nuestras ayudantes han estado muy atentas desde el principio para que nos enteráramos de todo!

Una vez hemos llegado a Kyoto, apenas nos han dado tiempo para bajar las maletas del autobús, dejarlas en el hotel e ir a dar un minipaseo por la avenida en la que se encuentra el hotel, para acabar comiendo en un restaurante en el que sirven Ramen (fideos) y otras especialidades. ¡Era barato, y encima te ponías hasta las cejas con un sólo plato! Eso sí, sentadito en el suelo sin calzado, como tiene que ser. Por sólo 500 yenes (3 euros al cambio de ahora, aproximadamente yen=peseta) nos han dado un platazo que no hemos podido terminar. Vale que llevábamos arrastrando lo del viaje, pero poco más podríamos haber hecho en mejores condiciones. ¡Por cierto! El plato que hemos pedido casi todos era algo muuuuy parecido al familia feliz de los restaurantes chinos, que tienen un popurrí de sobras, así dicho de golpe.

Tras terminar de comer, ya hemos podido subir las maletas a la habitación y con mucho gusto nos hemos dado una merecida ducha. Pero no amigos, no, nada de descansar. ¡Ahora las ayudantes nos quieren enseñar el campus de estudios extranjeros de la universidad! Nos han mostrado las aulas de enseñanza, examen y orientación, además de la cafetería, donde hemos estado charlando sobre los planes de mañana. Al salir nos hemos topado con el grupo que viene de México, gente muy maja con la que hemos estado charlando la mar de a gusto.

A media tarde se ha puesto a llover bastante, así que hemos tenido que comprarnos unos paraguas de las máquinas expendedoras (han ido las ayudantes, que eran las únicas que tenían paraguas). ¡Madre mía! Sólo 104 yenes y ya eran mejores paraguas que el mío de 10 euros. ¡De escándalo! Eso sí, tenías poco donde elegir: o el transparente o el marrón claro.

Por último, nos hemos acercado al centro de la ciudad. Esa zona contrasta con el resto de las calles. Sorprende la cantidad de edificios de corte antiguo que se ven por aquí, construidos sin mucho orden. Todo eso cambia en la zona central.

Nos hemos entretenido viendo tiendas de todo tipo, pero hemos pasado más tiempo en una especie de grandes almacenes. Ahí había un surtido de papelería, ropa y libros. Sobre todo libros. Y dado que he roto el hielo con el idioma intentando hablar con las ayudantes en japonés, me he comprado un libro adaptado a mis capacidades actuales: libros recomendados para chavales japoneses de 12. A ver qué tal se me da.

Por último, hemos cenado en una pizzería de la zona. Les gustaba a las chicas ayudantes, así que como nos han tratado tan bien, se merecían elegir el sitio para cenar. De nuevo, la comida relativamente barata... ¡me voy a inflar!

En fin, después de eso, hemos pasado por el famoso "Seven Eleven", donde venden productos muy útiles para esa gente que está de paso y no puede perder mucho tiempo preparándose cosas. O en mi caso porque así me preparo un desayuno decente.

Y ahora estoy en mi habitación del hotel, con un pijama muy curioso que me han dejado estos del hotel. Y lo siento, pero me puede el sueño, voy a tener que dejar de escribir ya, que estoy hecho polvo.

Tengo algunas fotos, pero voy a esperar para decidir cuáles subo de entre las que hemos hecho los demás y un servidor, que hay algunas muy buenas.

Mañana hemos quedado para visitar el templo dorado del que he hablado en otra ocasiòn. ¡A ver si estoy bien descansado para disfrutar al tope el día.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Oye tio, y eso el primer dia?? joder me he cansado nada mas imaginarmelo. Oye, x lo que veo habra q ir alli a hacer la compra, q barato, no???
Venga tio, a disfrutar
potxo

Anónimo dijo...

Hi brother:

Buena crónica para esta dura jornada. Descansa, que ahora viene lo peor (el shusi, el sake y los retretes con chorrito incorporado...).
Por cierto ¿qué se entiende por "adulto"? ¿tener más de...40 años? Joder, como ha cambiado el cuento...

Agur
Chema

Xabier Cortes dijo...

Sí, la mayoría de las cosas de alimentación son baratas. Comes bastante bien por menos de 6 euros, si pides agua.

Luego hay cosas caras como la leche y algunas frutas, sobre todo me he fijado en lo caras que son las mandarinas.

Y sí, lo de los retretes es cierto. El de mi habitación tiene tres botones además del de tirar de la cadena. Al lado hay un papel con instrucciones. Por ahora no voy a meterme en aventuras raras con esos aparatos que me juego el trasero, literalmente.

Hmmm... el hombre que nos metió el rollo tendría esa edad, unos 40. Ya, supongo que yo también soy un adulto ¿no? Te referías a eso, supongo...